miércoles, 25 de enero de 2012

Sobre amnesias y bautismos

Si acaso la memoria no fuese más que un Macondo, y necesitase pistas para recordar? Por cuanto tiempo retendría mi nombre, si nadie me llamase por él nunca más? Quizá, fantaseo ahora, acabarían por decirme María, como suele suceder con las innominadas, las ignoradas, las del montón. Sin embargo, hace falta un nombre más que lo acompañe para ser. Dolores, mercedes, lourdes... Cualquiera de esos estaría bien, pero quién va a invertir su tiempo en elegir la palabra de mi designio, del proyecto de una maría anónima! 
Tal vez reciba uno de poquitas letras, Ana o José me conformarían; un sustantivo corriente sino, precedido -claro está- por los artículos correspondientes, pero no sería mucho pedir un De los milagros? Además, sólo las madres adjudican talentos, que no han sido comprobados aún, a sus niños. Nadie, salvo los hijos, comienza la carrera con ventaja nominal, y en mi caso tampoco sería exactamente comenzar la carrera, una vieja amnésica que no recuerda su nombre, con más chances de ser llevada a un nosocomio que de recibir un segundo bautismo. 

Lo más probable es que acaben llamándome por un número, para colmo de males intuyo que de un único dígito... y si mi suerte es tan miserable, de seguro es par.