domingo, 28 de agosto de 2011

Los miserables

Tranquilamente podría ser el hombre de mi última pesadilla hecha cuento. El mismo que me enfermó de Porfiria, y luego me obligó a esconderme en su sombra mezquina. Pero como hay nombres que quisiera no tener que pronunciar nunca (al punto de que rechino los dientes y muerdo el revés de mis mejillas cada vez que me presentan a alguien que se llama así), vamos a referirnos a él bajo el seudónimo artístico de "El miserable". Podemos distinguir fácilmente al miserable porque camina en puntas de pie, sin pisar realmente sus pasos, ni tampoco levitándolos para no alzarse demasiado. Así va sorteando (más bien, rehuyendo) lo que Kundera llamó la más misteriosa y equívoca de todas las contradicciones, la disyuntiva entre el peso y la levedad. No desea asumir deberes ni mucho menos emitir juicios, pero sí quiere simularlo, y vehementemente, de modo que aquí encontraremos el segundo dato que nos permitirá identificarlo: el miserable casi siempre es abogado. Pero como no admite gravedad alguna en su avara subsistencia, no esperen hallar un miserable que sea penalista (la libertad ajena no le es un concepto familiar), sí en cambio descubrirán cientos de ellos dentro del fuero civil... 

Este breve preámbulo no nació en verdad para advertir al mundo de la existencia de los miserables, sino que está escrito precisamente para ellos, en un (intuyo que vano) intento de aleccionamiento. Mejor envilezcanse en el suelo, o deshonrense en los cielos, pero elijan donde enmohecer porque les aseguro que va a convenirles ser reconocidos en su inmundicia y repudiados, que eludirnos a todos con tanta habilidad. Va a llegar el día en que ustedes también deban extinguirse, y quizá de tan esquivos, la mísmisima Parca los olvide, y se queden sin pasaje de ida. 







sábado, 20 de agosto de 2011

A Mariano (HS)

En la última madrugada, en el más fresco haceunrato, acudiste a mi sueño y volví a cometer el error de confiarte. Tu vicio de ajar mi cariño, y mi capricho de quererte, volvieron a vencer.
En el carnaval de haceunrato, vestidos de blanco y negro, mi necesidad de traerte se dio el gusto de atacar, siempre igual de imprudente. Y llegaste. Palabras demás. 
Tu mano derecha sobre mi hombro izquierdo bastó para enfermarme. ¡Ay, de cuánto daño es capaz tan sólo una mano cuando de ella se espera la mismísima primavera y en cambio brotan indómitas agujas! Porfiria de Gunter, extraña afección en la cual las víctimas no pueden exponerse a la luz del sol sino las llagas comienzan a abrirse paso desde el rostro hasta los pies, y acaban por mutilarlas. Los ojos se tornan rojo ámbar para luego, lentamente, extinguirse. De esta enjaneación me enfermaste. Que paradoja, verdad? Enajenar en términos económicos es la disolución del patrimonio. 

Me gobernó el pánico. Así, en medio de mi delirio, eché a correr, tropezé y me arrastré con tal desesperación en busca de sombra, que las pulsaciones de mi pecho y de mis venas crecieron hasta hacer galopar la piel de mis párpados. 
Pero habías dejado todo bien dispuesto: no había penumbra alguna en aquel lugar. 

Comprendí, por vez primera, el morbo que siempre impulsó tu simulacro.
Y el cinismo no fue más el descaro de mentir ni la defensa de actitudes reprochables, sino...
tu maldita hermandad, 
y tu sangre que es la mitad de mi sangre, 
y las letras que nos nombran a los dos por igual,
y el molde común de tus ojos y mis labios,
y el odio que te debo,
y mis ganas de llorar.

Temblorosa y febril como estaba, no tuve más opción que esconderme en tu sombra.  

viernes, 12 de agosto de 2011

Fast as you can

I let the beast in too soon, I don't know how to live
Without my hand on his throat; I fight him always and still
Oh darling, it's so sweet, you think you know how crazy
How crazy I am
You say you don't spook easy, you won't go, but I know
And I pray that you will
Fast as you can, baby runfree yourself of me
Fast as you can
I may be soft in your palm but I'll soon grow
Hungry for a fight, and I will not let you win
My pretty mouth will frame the phrases that will
Disprove your faith in man
So if you catch me trying to find my way into your
Heart from under your skin
Fast as you can, baby scratch me out, free yourself
Fast as you can
Fast as you can, baby scratch me out, free yourself
Fast as you can
Sometimes my mind don't shake and shift
But most of the time, it does
And I get to the place where I'm begging for a lift
Or I'll drown in the wonders and the was
And I'll be your girl, if you say it's a gift
And you give me some more of your drugs
Yeah, I'll be your pet, if you just tell me it's a gift
'Cause I'm tired of whys, choking on whys,
Just need a little because, because
I let the beast in and then;
I even tried forgiving him, but it's too soon
So I'll fight again, again, again, again, again.
And for a little while more, I'll soar the
Uneven wind, complain and blame
The sterile land
But if you're getting any bright ideas, quiet dear
I'm blooming within
Fast as you can, baby wait watch me, I'll be out
Fast as I can, maybe late but at least about
Fast as you can leave me, let this thing
Run its route
Fast as you can 

martes, 9 de agosto de 2011

Al fin, el fin de los anagramas

Hasta hace unos minutos, desconocía mi melancólica tendencia a dibujar anagramas con mi nombre en todo. Ahora me doy cuenta que cada una de las veces que vi tu rostro abrirse paso entre las nubes, era tan sólo la forma de mis sueños. Ayer nomas cuando pusiste tus manos sobre las mías, inventé tus brazos y caí rendida en un balanceo de cuna que no fue sino el péndulo de mi propia soledad. 
Con los ojos cerrados es tanto más fácil mentir, y mentir es casi siempre más fácil que empaparse de vos. Pero hoy voy a verte, a verte de verdad, y a no proyectar tu piel ni tu gesto ni tu voz. A no pensar que tus terceras personas me pertenecen. De modo que cuando te lo pregunte y permanezcas callado, voy a oír nota a nota tu silencio, sin dibujarle anagramas. Y cuando calle yo, vas a bajar la mirada; prometo no retener el otoño de tus ojos ni un instante de más entre mis párpados, y a enceguecer ante la sombra que quedará en el espejo. Luego bajaré la frente yo, y me sujetarás por vergüenza más que por piedad, y yo aprehenderé tu desdén. Así finalmente cuando me despida, y ya no estés, entenderé las distancias infranqueables con que intentamos conocernos. 


Fix you

 
When you try your best but you dont succed
When you get what you want but not what you need 
When you feel so tired but you can't sleep 
Stuck in reverse 
And the tears come streaming down your face 
When you lose something you can't replace 
When you love someone but it goes to waste 
Could it be worse? 
Lights will guide you home 
And ignite your bones 
And I will try to fix you...
High up above or down below 
When you're too in love to let it go 
But if you'll never try, you'll never know 
Just what you're worth.

P.d. Gracias por acercarme esta canción

domingo, 7 de agosto de 2011

Domingo, indiferente y monocromático


Hay días donde quisiera poder pasar inadvertido, donde amanezco desmembrado entre las sábanas y cada fragmento se rehúsa con mayor ahínco a salir; días tan callados, que alcanzo a oír el murmullo de la lluvia primera que pasó en abril. Suelen ser días demasiado grises, demasiado húmedos, demasiado todo, y yo  jamás logro vestirme de incógnito, quizá porque temprano peco de perezoso, y renuncio a la tarea de reunir mis piezas de modo que siempre salgo con algo de menos, a veces sin un brazo, otras tantas sin manos, e incluso he llegado a salir ¡ciego y sordo! Y en vez de notar los tácitos mi fatigada mutilación, sólo perciben los rastros escarlata que dejo en derredor. Como cuando la gente forma un círculo en torno a una hoguera: en lugar de ver el fuego, todos quedan obnubilados por las brasas que casi siempre (pero finalmente nunca) nos salpican. 

viernes, 5 de agosto de 2011

Soy

Silba el viento dentro de mí. Estoy desnudo. Dueño de nada, dueño de nadie, ni siquiera dueño de mis certezas, soy mi cara en el viento, a contraviento, y soy el viento que me golpea la cara. (La ventolera, E.G)

Soy los labios que mudos te reclaman a diario, y los tantos primeros besos que por ellos han rodado; soy las manos que escondo cuando necesito otros brazos, y el abrazo último que te di atrasado; soy las miles de cartas que sueño despierta y las palabras que escribo en cualquier servilleta; soy todos los bares donde me oculto y la librería recóndita donde otras letras me confiesan;  soy el polvo que tus huesos me dejaron y el viento donde ellos bailan acompasando mis pasos; soy la música que amanece a mi lado y a veces la musa que duerme en su prado; soy las hojas de los libros que conmigo se han desvelado y las tantas utopías que por ellos han brotado; soy las manos que muerdo cuando no alcanzo a morder tus manos, y la locura que luego evocan mis dedos enllagados; soy los imprecisos ojos que cargan mi indecisión y las infinitas dudas que jamás rezuman; soy los asuntos pendientes que dan luz a mis insomnios, y los sueños incumplidos que exorcizo en mis tinieblas... al fin de cuentas no soy más que la magia de aquella hoja de otoño perdida, con forma de estrella, que olvidó emigrar, y al  cabo de un rato de verla, desplegó alas, se vistió de plumas, voló hasta mi hombro y allí durmió, ante la mirada cómplice de mi soledad. 


lunes, 1 de agosto de 2011

Un Bestiario Más

Cuando somos brutalmente traumatizados, la línea de tiempo, desde entonces y hasta siempre, se divide en dos: un primer momento efímero (en comparación con lo que durará la subsistencia) y un segundo momento incesante que acaba por naturalizar el mismísimo horror, hasta rebautizarlo nimio. A los médicos les gusta llamar a la fase inicial, parálisis flácida, para ahorrarnos la representación mental de lo que en realidad ocurre. 
Es como si súbitamente perdiéramos ese pilar soberbio que nos mantiene erguidos, y el cuerpo se nos deshiciera en un babeo deplorable, donde la maravillosa dignidad que hasta un segundo nos hacía ser hombres, es esparcida por el suelo  llevándose consigo cada una de nuestras vertebras. Por suerte, pensaran los terceros, este periodo abarca cuanto mucho unas semanas. ¿Quién sabe como sostener la mirada a semejante circo de fenómenos, sin perder el juicio y arremeter feroz sobre estos despojos humanos que lastimosamente pulsan aún? Saber sabemos todos, pero nadie quiere, porque la vulnerabilidad de los otros es el espejo más fastidioso de todos. Porque a diferencia de la muerte, que nos atemoriza de un modo retrospectivo, por la nostalgia de lo que quedó atrás, la parálisis flácida nos atemoriza a futuro, y a futuro no existe nostalgia, sólo tristeza por lo que podríamos llegar a ser. 
El segundo momento es visualmente más honroso, corresponde a lo que la ciencia ha denominado parálisis espástica, y es aquel en el cual el cuerpo se entumece, como si lentamente los treinta y siete grados centígrados que nos abrigan, cayeran uno a uno hasta helarnos por completo. Los músculos se tornan piedra, y los reflejos no son más que recuerdos. Apenas los parpados movemos. Es el insight del pánico, cuando hacemos conciente la monstruosa verdad que nos ha atropellado; es la asunción del nunca jamás, sin peter pan que nos rescate. Y así pasan los días, que dejan de expresarse en horas para contarse en alícuotas de espasmos, gradualmente imperceptibles, pero que están.  
Sucede que músculos hay muchos, y cursilerías más o menos, del lado izquierdo del tórax también se detiene algo cuando somos salvajemente lisiados. 

Las parálisis post-traumáticas acaban por parecer un capítulo inédito de la cotidianeidad vuelta espanto que es la vida, un bestiario más.