sábado, 30 de abril de 2011

Vals

Las olas se pisan unas a otras, y en medio del caos, logro verte, más que verte te intuyo cercano siempre. Fantasma o no, cobras vuelo en mi sueño, sueño en mi recuerdo, y nunca te alejás más allá de mis brazos. No necesité jamás tus promesas, pues las certezas que nacen de nuestras raíces intangibles, supieron siempre a lealtad. Y si el infierno es uno y es este, no toda luz es fuego; entre los destellos que  no encienden dolor, te encuentro. Con la inercia absurda que me impele últimamente, se extienden trémulas mis manos para despertar al encuentro de las tuyas, menos frías que la última vez, sólidas como de costumbre. Así, la prosa inacabada se vuelve tinta nueva, que brota como el cauce vigoroso de los ríos escondidos, dilatando el fin.  Quizá el anhelo dure poco, quizá todo sea a partir de hoy espejismo de un ayer más táctil pero ya no hará falta… se trata de descubrir a tiempo a ese otro que nos correponde el llamado mudo, leer en sus ojos el aviso, la mayúscula, distinguirlo entre todos los tácitos que amanecen y anochecen bajo el mismo cielo, como a un piano naufragando en el mar. Y ahora, de pie en la mar, con los dedos sobre mi piano, nos pondremos a tocar la última y perenne nota del vals. 


Antes del fin, Ernesto Sabato

En medio de un temblor existencial, la obra es nuestro intento, nunca del todo logrado, por reconquistar la unidad inefable de la vida... A través de la angustia, en una máquina portátil, comencé a escribir de manera afiebrada la historia de un pintor que desesperadamente intenta comunicarse.

martes, 26 de abril de 2011

Crónica del perseguido y la dama de noche

Se conocen, de madrugada, en un bar de lujo. 
A la mañana, él despierta en la cama de ella. 
Ella calienta café; lo beben de la misma taza. 
Él descubre que ella se come las uñas y que tiene lindas manos de gurisa chica. 
No se dicen nada. Mientras se viste, él busca palabras para explicarle que no le podrá pagar. Sin mirarlo, ella dice, como quien no quiere la cosa:
—No sé ni cómo te llamas. Pero si querés quedarte, quédate. La casa no es fea.
Y se queda. Ella no hace preguntas. Él tampoco. Por las noches, ella se va a trabajar. 

Él sale poco o nada. Pasan los meses. 
Una madrugada, ella encuentra la cama vacía. Sobre la almohada, una carta que dice:

Quisiera llevarme una mano tuya. Te robo un guante. 
Perdóname. Te digo chau y mil gracias por todo.

Él atraviesa el río con documentos falsos. A los pocos días, cae preso en Buenos Aires. 

Cae por una boba casualidad. Lo venían buscando desde hacía un año.
Él coronel lo insulta y lo golpea. Lo alza por las solapas:
—Nos vas a decir dónde estuviste. Vas a decirnos todo.
Él contesta que vivió con una mujer en Montevideo. El coronel no cree. Él muestra la fotografía: ella sentada en la cama, desnuda, con las manos en la nuca, el largo pelo negro resbalando sobre los pechos.
—Con esta mujer —dice—. En Montevideo.
El coronel le arranca la fotografía de la mano y de pronto hierve de furia, pega un puñetazo en la mesa, grita, la puta madre que la parió, traidora hija de puta, me la va a pagar, desgraciada, ésta si que me la va a pagar.
Y entonces él se da cuenta. La casa de ella había sido una trampa, montada para cazar a tipos como él. 
Y recuerda lo que ella le había dicho, un mediodía, después del amor:
—¿Sabes una cosa? Yo nunca sentí, con nadie, esta... esta, alegría de los músculos.
Y por primera vez entiende lo que ella había agregado, con una rara sombra en los ojos:
—Alguna vez tenía que pasarme, ¿no? —había dicho—. Joderse. Yo sé perder.


(Esto sucedió en el año 56 o 57, cuando los argentinos acosados por la dictadura cruzaban el río y se escondían en Montevideo.)

viernes, 22 de abril de 2011

Treguas

Para tu goce y oxígeno mental, por fortuna están mis treguas.
Si pusiera el marco de la ventana en los bordes de tu tierra, como todas hacen, acabarías por vaciarte y seguramente yo por exiliarme. Tan desolado el mundo entre tus repercusiones, si todos no son más que uno, y ese uno el eco de tus voces. Por eso cierro los ojos para que descanses, y puedas andar en paz, sin más inquisiciones condescendientes a tu paso, sin más urgencia que tu sosiego. Y no espero nada, ni rezo por que el segundero apure el paso en vez de deslizarse así, con su parsimonia de otoño, porque todo es tanto más perfecto cuando nace exclusivamente de tu capricho. Y este no adorarte es la ecuación suprema de tu vaivén. Y es que con el tiempo comprendí que tu libertad no era de hiel, y que las heridas no sangraban más que de las suturas heredadas. Queriéndote ahora como te quiero, tan íntimamente y tan en sendas paralelas, sembramos en el mismo suelo, raíces y alas por doquier. Cada mañana, la luz nace de este lado del vidrio.  Ya no te pido el aire que besa tu piel, sólo que de vez en vez, respires tan pero tan cerca de mí que  parezca que lo hacés con mis labios. Hasta que llegue el momento de darnos una nueva tregua. 

sábado, 16 de abril de 2011

Same Mistake

Saw the world turning in my sheets and once again I cannot sleep.
Walk out the door and up the street; look at the stars beneath my feet.
Remember rights that I did wrong, so here I go.
Hello, hello. There is no place I cannot go.
My mind is muddy but my heart is heavy. Does it show?
I lose the track that loses me, so here I go.
And so I sent some men to fight, and one came back at dead of night.
Said he'd seen my enemy. Said he looked just like me,
So I set out to cut myself and here I go.
I'm not calling for a second chance,
I'm screaming at the top of my voice.
Give me reason but don't give me choice.
'Cause I'll just make the same mistake again.
And maybe someday we will meet, and maybe talk and not just speak.
Don't buy the promises 'cause, there are no promises I keep.
And my reflection troubles me, so here I go.
I'm not calling for a second chance,
I'm screaming at the top of my voice.
Give me reason but don't give me choice.
'Cause I'll just make the same mistake,
I'm not calling for a second chance,
I'm screaming at the top of my voice.
Give me reason but don't give me choice.
'Cause I'll just make the same mistake again.
Saw the world turning in my sheets and once again I cannot sleep.
Walk out the door and up the street; look at the stars.
Look at the stars fall down.
And wonder where did I go wrong...               
                    
        
James Blunt


lunes, 11 de abril de 2011

Aire, música y milagro

Tantas cosas me acercan a lo que fuiste, a la brisa que pasó; mi mente te busca equívocamente allá, me abraza a la ventana que da a tu ayer,  con manos temblorosas sobre la humedad que deja mi propio llover. Ahora me siento, intento recordar cómo se respiraba, pero el aire no me encuentra. Cierro los ojos y trato de ver, y entonces un instante, que dura lo que dura un milagro, me trae por primera vez este viento que desconozco pero que a la vez parece tan familiar. Inspiro y siento que dejé de poseer el cuerpo que habito, y aunque trate de registrar mis tactos, ya no hay más que este viento que desciende para llevarme, que es nuevo, y alumbra desde su volatilidad, tan azul. Ya no hay remanso sin sueño sobre la ventana del ayer, ahora hay una suite sagrada de Bach que trae el aire, que me acuna hasta tu vaivén, en nada parecido a la memoria. 
Lejos del dolor del despojo que deja de ser, cerca de las nubes que van abriéndose, respiro, y ya no cuesta. Se está tan bien así... sólo espero no saber volver.  


domingo, 10 de abril de 2011

El entenado, de Saer

Intuyo que el otro lado del adiós debe parecerse a esto...

Al llegar, nos dispersamos como animales en estampida. Algunos se pusieron a correr sin finalidad, en línea recta y en todas direcciones; otros en círculo, en un espacio limitado; otros saltaban en el mismo lugar. Un grupo encendió una inmensa fogata, y se quedó contemplando el fuego. Dos viejos, al pie de un árbol, se burlaban de un pájaro grande que no se decidía a partir y que chillaba, saltando de rama en rama. Algunos trepaban a los árboles, otros escarbaban el terreno. Uno, parado en la orilla, orinaba en el agua.
Algunos, incomprensiblemente, habían preferido quedarse en el barco, y nos contemplaban desde lejos, apoyados en la borda...