¿Qué sentirían los hombres, si de pie en la orilla, vieran un día al mar retirarse pero no volver? ¿Si lo vieran adentrarse sin saber adónde va, y cada vez fuera más difuso el recuerdo de las olas? ¿Sentirían miedo? ¿Nostalgia? ¿Serían capaces los pintores de seguir dibujándolo en sus lienzos después de siglos sin verlo? ¿Después de minutos, horas, días? ¿Acabarían por olvidarlo y por no sentir dolor ante la playa devenida en desierto?
¿Erguirían algo en su lugar? Y si los hombres no fueran capaces de abandonar a la amnesia las imágenes, las texturas, la vida que por allí pasó, ¿habría quién quisiera forzarlos? Y si así fuera, ¿se doblegarían al cruel mandato? Intuyo que no.
Así es el amor perdido, ingente como el mar. Todos saben cómo olvidarlo, todos saben como poner nuevos cimientos sobre el páramo, pero nadie quiere, y nadie se atreve a compelerlos.
… la humedad que me nubla lleva tu nombre sagrado, tan universal como los océanos; hoy trazo en mis lienzos tu recuerdo y hago de este nuestro desierto, mi hogar.