- - No te metas ahí. Es para doler.
Mi mamá era una mamá bella y cansada
de cansancios muertos, y era una mamá ansiosa de tantas esperas muertas, y era una mamá
consejera de otras aleanas muertas. Mucho lo había heredado de su papá, otre con el cuero golpeado. Aunque me parece que mamá se había nacido a ella misma
como decía siempre, robando.
Sobre todo era mamá especial. Era
tan cariñosa conmigo pero de formas tan inusuales: me hablaba un montón, desde
muy chiquito y yo recuerdo sus voces y sus toses de fumadora muerta, sin
entender nada el contenido. Tiempo después me habría de blanquear que esas
charlas muchas veces eran clases de ética, poemas aprendidos de memoria y entre
golpes, canciones de la trova latinoamericana, relatos de héroes buenos. Y me
cantaba un montón.
- - Yo sabía que no me entendías deltodo hijo, pero mi intención no era
que aprendieras el nombre de Ernesto, sino que oyeras hablar del bien.
Sembrarte semillas llenas de libertades y de amores polimorfos, para que no te dejaras
llenar de mandatos y de coacciones externas que después a la larga devienen en
internas y ahí sí que cagaste jotita, cuando llegas al punto de ni saber si lo
que crees que querés es realmente tu deseo o lo que te convencieron que debías
desear.