sábado, 30 de abril de 2011

Vals

Las olas se pisan unas a otras, y en medio del caos, logro verte, más que verte te intuyo cercano siempre. Fantasma o no, cobras vuelo en mi sueño, sueño en mi recuerdo, y nunca te alejás más allá de mis brazos. No necesité jamás tus promesas, pues las certezas que nacen de nuestras raíces intangibles, supieron siempre a lealtad. Y si el infierno es uno y es este, no toda luz es fuego; entre los destellos que  no encienden dolor, te encuentro. Con la inercia absurda que me impele últimamente, se extienden trémulas mis manos para despertar al encuentro de las tuyas, menos frías que la última vez, sólidas como de costumbre. Así, la prosa inacabada se vuelve tinta nueva, que brota como el cauce vigoroso de los ríos escondidos, dilatando el fin.  Quizá el anhelo dure poco, quizá todo sea a partir de hoy espejismo de un ayer más táctil pero ya no hará falta… se trata de descubrir a tiempo a ese otro que nos correponde el llamado mudo, leer en sus ojos el aviso, la mayúscula, distinguirlo entre todos los tácitos que amanecen y anochecen bajo el mismo cielo, como a un piano naufragando en el mar. Y ahora, de pie en la mar, con los dedos sobre mi piano, nos pondremos a tocar la última y perenne nota del vals.