lunes, 11 de abril de 2011

Aire, música y milagro

Tantas cosas me acercan a lo que fuiste, a la brisa que pasó; mi mente te busca equívocamente allá, me abraza a la ventana que da a tu ayer,  con manos temblorosas sobre la humedad que deja mi propio llover. Ahora me siento, intento recordar cómo se respiraba, pero el aire no me encuentra. Cierro los ojos y trato de ver, y entonces un instante, que dura lo que dura un milagro, me trae por primera vez este viento que desconozco pero que a la vez parece tan familiar. Inspiro y siento que dejé de poseer el cuerpo que habito, y aunque trate de registrar mis tactos, ya no hay más que este viento que desciende para llevarme, que es nuevo, y alumbra desde su volatilidad, tan azul. Ya no hay remanso sin sueño sobre la ventana del ayer, ahora hay una suite sagrada de Bach que trae el aire, que me acuna hasta tu vaivén, en nada parecido a la memoria. 
Lejos del dolor del despojo que deja de ser, cerca de las nubes que van abriéndose, respiro, y ya no cuesta. Se está tan bien así... sólo espero no saber volver.