Abandoné toda verdad para verte allá donde no hace falta mirar…
Anochece al otro lado del mar, pero la luz en vos sólo desnuda la sangre que brotaba, hasta hace un segundo nomás en silencio, de tus pies. A pesar de todo, dicen, seguís siendo su más hermoso retazo. Pero yo te veo tan lienzo nuevo, tan inédita, tan anónima, bailando así descalza, en la cornisa del ayer, la niña hacia un costado, del que siempre te meces. Pero mañana, cuando sea mañana, en un instante o un siglo quizá, intuyo al viento trayéndome el eco de tu voz, sollozando por última vez. Y no es amnesia como pensábamos, ni resignación. Así tenga que marcarte las cartas. No hay más domingo ni tres de marzo ni mengua de fe. Ahora siempre llueve donde vos no estás.Y puedo, más bien debo, dejarte andar, con los ojos abiertos a la incógnita estación. Y te veo cruzando las vías, dejándolo todo atrás; y aunque nadie comprenda porqué te dejé caer del lado que siempre te meces, yo te veo tan lienzo nuevo, tan inédita, tan anónima, tan plena en el retazo; para qué reclamarte si bailando en la cornisa sonreías por la mitad. Dejé de imaginar lo que sería esperarte vida al final del altar, cerré las puertas a Morfeo la última vez que acudió a mí, y me di cuenta con el tiempo que no volví a parpadear, para poder verte próspera casi ufana con él. Olvidé los prejuicios el día que te entregué, las leyes y los tabúes, el arcaísmo del querer, es que fue tan hipnótica tu dicha, que no quise salir más del parque aquel. Es cierto, yo los reuní, es cierto que de este lado del cielo, no debí, pero yo bien sé que aunque falten años para que me conozcas de nuevo, en el segundo final me lo agradeciste. Tantas veces incólume llorabas tras dar el salto, y repetías la secuencia anhelando un final distinto, odiando la indemnidad que dan los sueños. A tu valor le sobraban culpas, y siempre le hubiera faltado una excusa que ensordeciera tu conciencia. Anochece al otro lado del mar, pero la luz ya no nos duele, o al menos no a vos. Y la sangre que brota de mis pies es lo más parecido al amor que pude desear.