Quiero dar vuelta sobre mis pies, pero ya es tarde.
No porque haya agujas, o porque exista el tiempo.
Se abrió una brecha en medio de la materia
y aquí convivimos el silencio, mi clamor y yo,
que por estos pagos tan desolados ha cobrado esencia.
Mejor así, que sea soberano de su pena, y me deje a mí indolente.
Y es que no sólo el desierto con que sueño está deshabitado,
si hoy amanecí al vacío… No puedes llegar, ni puedo irme.
No lo entendés, y no quiero que lo hagas nunca.
Verás, aún tengo clemencia (aunque me he traído tu fe)
No ves que los ecos de tus inacabables preguntas repican sólo sobre tu llanto.
Ignoro cuándo es de día allá; de este lado del viento no hay más lumbre que el recuerdo.
No insistas con tus puertas, ni tus balsas, ni tus cuerdas. Ya no insistas.
Sólo quedan raíces bajo el polvo que dejan los huesos.
Y estas raíces valen mucho más que todo, si me mantienen en pie.