lunes, 17 de enero de 2011

Vida y muerte de los peces

Sigo obsesionada con las innumerables veces que asistí a mi entierro.
Hoy no puedo dejar de rumiar esta nueva forma de perecer: un día no lloré más.
Pasaron meses hasta que me di cuenta, aunque fiel a la verdad debo confesar que no lloré más por mí, sí seguí moqueando con algún que otro Big Fish y haciendo honor a un tal garrik si la ocasión lo ameritaba… pero llorar lo que se dice llorar, nunca más.
A veces cuando me cruzo en los espejos, noto que mis ojos han empequeñecido.
Y pienso en el nene que vi correr del mar a los pies de la madre, y como gritando a voz en cuello relató su odisea: había encontrado un pez en la orilla vuelto pescado, y le hizo así y así y así y el pescado empezó a aletear, fue pez una vez más y corrió aguas adentro.
¡Cuando sea grande voy a ser guardavidas de los peces! sentenció feliz. 

There is no such thing as healthy envy.